Como todos los primeros de Enero en el telediario han emitido un reportaje con los propósitos de año nuevo más frecuentes: Bajar de peso, hacer deporte, dejar de fumar, aprender idiomas, viajar más, etc. Recogían testimonios de personas que con mucha ilusión anunciaban a toda España cuáles eran sus metas y deseos para este nuevo año. Sus caras y su manera de hablar transmitían seguridad y determinación. Casi todos tendemos a hacer un ejercicio de reflexión, de recogida de lo vivido al mismo tiempo que miramos con esperanza renovada lo nuevo que está por venir.
El atractivo de “empezar de cero”
El cambio de año, el cambio de semana, el famoso “el Lunes empiezo” o el comienzo del curso escolar, nos llenan de una energía extraña, casi mágica. Es como si nos animara a confiar en nosotros mismos y a sentir que lograr aquello que tanto deseamos está en nuestras manos. Los errores pasados, pasado son, y la sensación de libro nuevo por empezar a escribir es sin duda liberadora. El nuevo año está cargado de simbolismo y nos damos permiso para volver a empezar, eliminando el juicio y la desidia.
No es la fecha en sí, es esa actitud interna hacia nuestros deseos y nuestra capacidad de lograrlos. Si te fijas, es la falta de juicio y el paso a la acción lo que marca la diferencia. ¡Toma nota! si puedes replicar estas condiciones en tu día a día, todos los días serán buenos para lograr tus propósitos.
El mejor propósito para el año: Conectar con uno mismo
Sin embargo, ¡cuidado! Al hacer esta larga lista no debemos olvidarnos del propósito del que salen todos los demás: Conectar con uno mismo. Muchas veces mis pacientes me preguntan que cómo se hace esto: “Para, simplemente para”, les digo yo.
«Para de hacer, para de hablar, para de mirar el móvil, apaga la tele, para de pensar en trabajo, para de apuntarte a clases, para de comprar. Para conectar con uno mismo no hay que hacer nada, hay que dejar de hacer.»
Para tener éxito en nuestros propósitos, necesitamos que estén conectados con quienes realmente somos. Necesitamos tiempo para identificar nuestro estado interno, para hacer introspección, para sentir y ser. Si no hago el ejercicio de conectar con el deseo profundo de realizar un cambio, de definir quién quiero ser a través de dónde pongo mi energía, toda la fuerza de voluntad del mundo, no será suficiente.
Necesitamos escucharnos, y para eso, ¡necesitamos silencio exterior e interior!
La libertad en la renuncia:
Cuando nos proponemos algo: dejar de fumar, hacer ejercicio, estudiar algo, mejorar nuestros hábitos, dejar atrás relaciones tóxicas, miedos o bloqueos estamos voluntariamente dejando de lado la gratificación inmediata y el placer a corto plazo, por un esfuerzo que busca obtener un bien más profundo. En otras palabras, estamos eligiendo libremente estar más incómodos, vivir más conscientemente, exponernos al esfuerzo y a veces al malestar. Esta renuncia tiene que estar conectada con uno mismo y no con una imposición de la sociedad o de la moda.Si no, ¡estaremos deseando abandonar!
- Perder peso por un deseo profundo de cuidarme (mimarme) y tratarme bien, no por reglas estéticas de una sociedad que te aturde con anuncios de comida y bebida pero te exige una delgadez extrema.
- Dejar de fumar por un anhelo de sobreponerte a una adicción, no porque mi pareja también lo va a dejar.
- Aprender idiomas por el deseo de mejorar profesionalmente pero conectar ese deseo con lo que anhelo para mi vida, para la vida de los míos.
Este es mi deseo para este año que comienza, para mí y para todos. Un año de aprendizajes, de vivir más despacio, de tener tiempo para conectar con nosotros mismos y con los demás. Menos móvil, más paseos, menos listas de cosas por «hacer» y más momentos de simplemente estar.
Os dejo un vídeo antiguo y en este caso sólo centrado en mujeres, pero que podría aplicar a todos:
Si volviera a ser una mujer jóven
¡FELIZ AÑO!
2 comentarios
Artículo muy útil. Gracias
¡Muchas gracias!