En la vida suele ser bueno huir de los extremos pues la realidad casi nunca es blanca o negra. Sin embargo, cuando algo es muy complejo, tendemos a intentar simplificarlo lo máximo posible. Cuando se trata de la crianza de los hijos, tengo la sensación de que hacemos esto incluso en mayor medida.
Estas son algunas frases que oigo prácticamente a diario:
- “Estamos educando a tiranos, pequeños reyes de la casa que no saben tolerar la frustración”, ante unos padres que no fuerzan a su hijo a comer o a estar sentado en una silla durante un largo rato.
- “Los padres (normalmente las madres) que priorizan su trabajo y no quieren estar con sus hijos, no entiendo para qué tienen hijos”, ante unos padres con horarios de trabajo largos.
- “A los niños hay que educarlos con dureza para que no se te suban a la chepa”.
- “El castigo no sirve para nada, es señal de que algo habrán hecho mal los padres…”.
- “Déjale llorar, en dos días duerme como un angelito”.
- “Los métodos para enseñar a dormir al niño son una falta de amor y una prueba de que los padres no tienen la paciencia que hace falta…”.
Así podría seguir infinitamente. A veces parece como si necesariamente hubiera que escoger entre dos equipos de fútbol, entre dos opciones contrapuestas en las que cada uno siente que el otro se equivoca de cabo a rabo y sólo uno de los lados tiene toda la razón.
Una presión constante:
Los padres viven un constante cuestionamiento acerca de si las decisiones que toman a diario (las importantes y las pequeñas) son adecuadas, son egoístas o son la prueba de que sus hijos les tienen “tomada la medida”. Y no hay nada peor que sentirse inseguro cuando la tarea que se afronta (educar, querer y acompañar hijos sanos, íntegros y felices) es tremendamente difícil, cansada y no se tienen todas las respuestas.
En mi consulta y en mi situación personal siempre intento seguir una máxima:
ESCUCHA A TUS HIJOS
¿Qué significa esto de “escuchar a los niños”?
Escuchar va más allá de oír. Desde el momento del nacimiento, podemos atender y escuchar cientos de señales y mensajes que emiten nuestros hijos. Corrientes de la psicología actual sostienen (y demuestran con estudios) que los bebés desde el momento de su nacimiento son sensibles a lo que les rodea y expresan a través de su llanto, de sus costumbres de sueño o de su alimentación cuestiones tan importantes como si están tensos, asustados, sienten dolor o necesitan contacto físico.
Las investigaciones subrayan que un buen apego se establece entre unos padres y sus hijos cuando existe cierta conexión emocional entre ambos. Es decir, cuando los progenitores están atentos a qué es lo que el niño intenta transmitir con sus señales y pueden responder a estas. Esta “escucha atenta” se pone en marcha desde el mismo nacimiento y continua a lo largo de los años.
¿Qué bloqueos aparecen a la hora de escuchar lo que un niño quiere transmitir?
Los «debería»: Escuchar a los hijos quiere decir olvidarse, al menos durante un porcentaje del tiempo de los “debería”:
Mi hijo debería dormir la noche entera
Mi hijo debería comer esta cantidad
Mi hijo debería ser más obediente
Mi hijo debería querer estar conmigo
Cuando dejamos a un lado el «debería» empezamos a escuchar el «por qué» está ocurriendo algo. La ausencia de juicio, nos permite escuchar. El juicio nos llena de frustración y nos centramos más en que pare la situación que en comprender qué la ha desencadenado.
Conforme crecen, los niños siguen expresándose con palabras y sin ellas. Algunos ejemplos:
- Un niño de tres años que vuelve a despertarse por la noche puede estar expresando que le asusta el nacimiento de su hermano.
- Una niña que cada noche después de que sus padres lleguen a casa cansados “llora y se pone insoportable” aunque la cuidadora dice que ha estado feliz y contenta todo el día, puede estar pidiendo que le ayuden a entender que sus padres necesitan trabajar aunque querrían estar con ella todo el día.
- Un niño que se rebela y tiene una rabieta cuando le quitan un juguete está comunicando que no entiende por qué algo que le hace feliz le es arrebatado de repente.
Escuchar y comprender no significa claudicar
Identificar lo que nos está diciendo nuestro hijo por ejemplo en estas situaciones, no quiere decir ni tener que pasar muchas noches en vela, ni que tengamos que dejar de trabajar si no deseamos o no podemos hacerlo y por supuesto no significa que nuestro hijo no deba darnos el juguete cuando se lo pedimos. Cada una de estas situaciones necesitará de un límite que ayude al niño a comprender cómo funciona el mundo, que derechos y deberes tiene y que aunque nos damos cuenta de que su deseo sería que las cosas fueran distintas, así es la vida.
¿Cómo puedo transmitir a mis hijos que estoy dispuesto escucharles?
Tratándoles desde que nacen como si fueran personitas que pueden comprender. Quizás al principio no entienden el significado de nuestras palabras, pero sí entienden el tono y la intención con la que las decimos.
- “Veo que estás enfadado porque querrías seguir jugando con este juguete pero es hora de irnos y de devolvérselo a su dueño”.
- “Parece que te da mucha pena que mamá y yo lleguemos tan tarde a casa durante la semana, vamos a intentar llegar lo antes posible porque estamos deseando verte cuando llegamos a casa. ¿Quieres que escojamos un cuento?”
Beneficios de comunicar a nuestros hijos que les hemos entendido
- Aunque no obtengan lo que quieren, se sienten ESCUCHADOS Y COMPRENDIDOS.
- Les estamos ayudando a que se conozcan, se comprendan y vayan ganando autocontrol.
- Les estamos enseñando a ESCUCHAR A OTROS sin la necesidad de sucumbir a sus demandas. Es decir ESTAMOS CREANDO ADULTOS EMOCIONALMENTE COMPETENTES.
- Les damos la oportunidad de que nos corrijan, si estamos entendiendo mal lo que nos quieren decir.
- Transmitimos el mensaje de que la COMUNICACIÓN ENTRE VOSOTROS ESTÁ ABIERTA.
Poco a poco conforme vayan madurando encontrarán maneras más adecuadas de expresar lo que necesitan y sienten:
- La rabieta pasará a ser un enfado contenido
Las regresiones (vuelve a hacerse pis en la cama, no quiere comer, tiene una gran “mamitis” o “papitis”) no serán necesarias.
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