«Mi novio y yo nos llevamos bien. Nos peleamos claro, pero en general nos entendemos. Con el tiempo vamos aprendiendo a discutir mejor, a ceder…Además, en lo fundamental estamos de acuerdo».
«Tengo muy mala suerte, siempre me salen mal las relaciones. Yo me implico muchísimo, cuando me enamoro lo doy todo, pero nunca me corresponden igual. Llevo fatal las peleas y las discusiones, necesito solucionarlo en seguida, me genera muchísima ansiedad que estemos mal».
«No sé…es raro, aunque me apetece estar con alguien, quizás formar una familia, la verdad es que me cuesta confiar. En realidad estoy convencida de que nunca tendré una relación feliz. No quiero que me hagan daño y cada uno va a lo suyo así que sé que ocurrirá».
«Necesito que haya mucha libertad. Muchas de mis relaciones han sido a distancia y las llevo muy bien. Cada uno puede hacer su vida más o menos y luego cuando te ves es divertido. Pero cuando aparece la convivencia, me agobian, no quiero depender de nadie ni que nadie dependa de mí».
¿Te ves en algún aspecto de los párrafos anteriores?
A lo mejor mientras los leías te has sentido muy identificado con uno de los ejemplos, aunque es posible que te veas reflejado en varios o no completamente en ninguno. Lo cierto es todos tenemos un estilo de apego predominante, seamos o no conscientes de ello y este influye en nuestra vida.
¿Por qué cada uno de nosotros tenemos un estilo de apego predominante y cómo afecta esto a nuestra vida?
John Bowlby desarrolló la teoría del apego en la década de los 60 y es a día de hoy una teoría ampliamente utilizada para explicar cómo los adultos nos comportamos en relaciones de intimidad: pareja, familia, amigos cercanos, etc.
En función de si en tus primeros años de vida tus padres, familiares cercanos u otras figuras relevantes pudieron o no atender tus necesidades básicas emocionales y físicas, así como si fueron capaces de regular sus propias emociones negativas, desarrollaste un estilo de apego u otro.
*Ojo, esto no significa que no haya margen para el error, el aprendizaje o las diferencias en la personalidad de quienes nos cuidaron, la manera de mostrar afecto, disciplina etc. No se trata de que exista una sola manera de cuidar y educar a un niño, ni de tener que ser perfecto o de que “cualquier cosa traumatiza a un niño”. Esta es una reacción muy habitual cuando se habla de la importancia de la escucha emocional en niños.
Si has crecido en un ambiente donde por ejemplo no había ningún tipo de escucha emocional, existía una falta de validación de los sentimientos, violencia y agresividad física o psicológica o negligencia, los niños crecen con la sensación de que el mundo no es un lugar seguro y por tanto las relaciones tampoco.
Aclarado este punto, seguimos.
Tu estilo de
apego por tanto define cuál es el patrón dominante de expectativas, emociones y
conductas que tienes a
la hora de conocer a otros y vincularte con ellos.
Además determina cómo reaccionas ante las situaciones difíciles que se dan
en todas las relaciones: Conflictos, ausencias, peleas, crisis, momentos de
incertidumbre, cambio e indefinición.
Pregúntate, a la hora de relacionarte con otros tú:
- ¿Tiendes a confiar en los demás y esperas que los demás confíen en ti?
- ¿Tienes la sensación de que siempre acabas sintiéndote como el “dependiente”?
- ¿Te sientes cómodo dependiendo de otros y dejando que otros dependan hasta cierto punto de ti?
- ¿Con tal de evitar un conflicto eres capaz de ignorar cosas que no te gustan o te hacen daño?
- ¿Sientes que tus emociones y opiniones son importantes y puedes compartirlas con otros porque serán tomadas en serio?
- ¿Tienes la sensación de necesitar mucho la relación con otros pero al mismo tiempo estás siempre a la espera de que te la jueguen?
Comprendiendo los cuatro tipos de apego (de manera breve):
Apego seguro:
Las personas con un apego seguro se relacionan e intiman con otros con facilidad. Disfrutan sintiéndose cerca de otros.
No tienen miedo a depender de otros o a que otros dependan de ellos.
Ante los conflictos, pueden mantener la calma, hacer introspección para identificar sus errores pero también pueden poner límites y pedir reparación por parte de otros.
En resumen, las personas con un estilo de apego seguro, se valoran a sí mismas y valoran a los demás y se relacionan desde la confianza.
Apego ansioso evitativo:
Las personas con un estilo de apego ansioso-evitativo, son personas que minimizan la importancia de la conexión emocional con otros y tienden a pensar que eso es de personas “blandas o dependientes”.
Temen la intimidad real y mostrarse vulnerables y ponen todos los medios posibles para no tener que enfrentarse a ello.
Por lo general, son personas que tienden a valorarse mejor a sí mismas que a los demás, aunque en parte esto se deba a una forma de defenderse.
Apego Ansioso ambivalente:
Las personas con este estilo de apego tienden a temer mucho la separación de los otros y el conflicto.
En las relaciones necesitan mucha atención, mucha confirmación de que son queridos y valiosos y sufren enormemente cuando aparece cualquier atisbo de separación emocional.
En caso de ser rechazados, tienden a seguir buscando esa relación.
Por lo general son personas que valoran mejor a los demás que a sí mismos y sólo consiguen calmarse cuando reciben confirmación constante de que son queridas.
Apego desorganizado:
Las personas con este tipo de apego sienten una contradicción con respecto a las relaciones de intimidad.
Por una parte las desean y las buscan pero por otra parte las temen. Por una parte quieren establecer conexiones con otros, por otra parte tienen una profunda desconfianza hacia los demás y hacia las relaciones en general.
Esta constante lucha entre el miedo a intimar y el deseo enorme de hacerlo, acaba haciendo que estas personas o bien huyan de las relaciones de intimidad o sufran mucho cuando se encuentran en una.
En resumen, son personas que tienden a dudar de su propio valor y también del de los demás, pues ante la duda desconfían.
¿Sabes cuál es tu tendencia?
Comprender qué patrón afectivo sueles mostrar puede ser extremadamente útil si tienes la sensación de que una y otra vez las relaciones personales son dolorosas o frustrantes para ti.
En mi experiencia personal y profesional los estilos de apego no son comportamientos fijos e inamovibles y de hecho diferentes experiencias vitales pueden modificarlo si son consistentes. A través del trabajo personal, la introspección y aceptación de la propia historia y formando y fortaleciendo relaciones consistentes y reparadoras, es posible ganar en seguridad, independientemente del punto de partida.
Además, hay algunas cosas que puedes tener en cuenta en tu día a día para ir ganando seguridad. En el próximo post hablaremos de qué hacer para mejorar la seguridad en las relaciones.
Como psicóloga, mi principal objetivo en terapia es establecer una relación de apego segura con cada persona, que sirva de reparación y punto de partida para que cada uno pueda llegar a donde necesita.
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Un abrazo,
Ana