Acércate a quien te haga sentir bien, aléjate de quien te hace sentir mal
Cada vez que entramos en una cafetería, recibimos información según cómo nos atienden.
Si nos reciben con una sonrisa y cercanía, el mensaje es uno. Si nos atienden con gesto neutro y un tono más robótico, es otro. Y si nos tratan con desgana o incluso mala educación, el mensaje cambia por completo.
La libertad está en nuestra respuesta: podemos decidir si volvemos o no. Tal vez un camarero muy hablador nos empalague o nos agobie, o quizá nos incomode alguien que ni siquiera nos mira a los ojos. En cualquier caso, lo importante es identificar lo que está ocurriendo y elegir cómo queremos relacionarnos con esa experiencia. Volveremos mucho, poco o nada. Y estará bien.

En lenguaje para niños el mensaje se simplifica lo máximo posible:
“Si alguien o una situación te hace sentir bien, está bien que te acerques, si alguien o una situación te hace sentir mal, mejor te alejas”.
*Aquí definimos “sentir bien” como un sentimiento general de suficiente (nunca total, ni siquiera notable) respeto, validación, coherencia, seguridad psicológica o física y escucha. Para no complicar el texto simplificamos mucho aquí el término BIEN y MAL.
En algún momento de nuestra historia a veces esta simple regla se distorsiona y se convierte en algunas variaciones, entre otras:
- Si alguien no te hace sentir bien, probablemente será que has hecho algo mal para merecerlo.
- Si una situación no te hace sentir bien, debes permanecer hasta que conquistes, convenzas o ganes la aprobación de quien esté implicado.
- Si alguien te hace sentir bien quizá no sea interesante. Quizá sea un perdedor.
- Si alguien te hace sentir mal, los demás deben cambiarlo, pero tú no eres responsable de irte, porque no sería justo.
- Si alguien te confunde y a veces es agradable y a veces no (es decir, da dobles mensajes), no puedo alejarme porque a veces me siento bien, pero luego mal, pero no siempre….
- Si alguien te hace sentir mal, es probablemente porque tiene un trauma que es tu responsabilidad solucionar (porque “pobrecito/a”).

Decidir:
A veces estamos tan acostumbrados a ciertas dinámicas que ni siquiera las vemos. A veces nos quedamos esperando que cambien, buscando entender, justificando lo que nos hace daño o dudando de lo que sentimos.
Reconocer estas distorsiones y cómo nos afectan es un buen paso para darnos cuenta de lo que está ocurriendo. Volver a esa regla simple de la infancia —acércate a lo que te hace sentir bien, aléjate de lo que no— puede ser una brújula útil.
*Alejarse no siempre significa literalmente alejarse físicamente, irse, cortar relaciones. A veces alejarse significa distanciarse emocionalmente, aceptar la realidad y no quedarse enganchado en que el otro cambie. Puedo repetir siempre en la misma cafetería si estoy bien colocada, si me gusta el café allí, si lo estoy eligiendo.
No siempre es fácil. Pero si aprendemos a escucharnos, siempre podremos decidir: acercarnos, alejarnos, o tomar distancia para observar mejor.