Psicología & Psicoterapia

El doble vínculo: El problema de los mensajes contradictorios.

Compartir

La comunicación paradójica:

Hay muchos tipos de mala comunicación. La que es insuficiente, la que es agresiva, la excesiva, la borde, la que queda interrumpida, la mentirosa, etc.

De todas las opciones, hay pocos tipos de comunicación tan dañinas y tan enloquecedoras, como la comunicación que no es clara o como veremos, es doble.

Comunicación paradójica

¿Qué es el doble vínculo?

El doble vínculo es una interacción donde se dan dos mensajes contradictorios a la vez, normalmente en dos niveles de comunicación distintos. Tiene lugar en una relación significativa, de manera repetida y donde normalmente una de las partes tiene algún tipo de influencia o poder sobre la otra.

El ejemplo clásico para explicar el doble vínculo es aquel donde un padre o madre le dice a su hijo: “Te quiero” pero con sus acciones no le hace sentir querido. En su versión más extrema, el doble vínculo aparece en situaciones de abuso donde el maltratador expresa “esto lo hago porque te quiero” mientras maltrata a la víctima.  

El doble vínculo ocurre muy frecuentemente en el seno de la familia. Por ejemplo:

  • Al niño le dicen que debe ser independiente, pero cuando muestra señales de independencia es castigado.
  • La niña observa una situación de tensión y agresividad constante en su familia, pero recibe el mensaje de que todo está bien y que nadie está enfadado.
  • El adolescente que recibe el mensaje de que le echan de menos y sin embargo cuando llega y está presente es ignorado, juzgado, atacado o humillado.
  • La niña que echa de menos a sus padres que viven en otro país. Si llora y lo expresa, es reprendida por ser caprichosa. Sin no pregunta por sus padres le preguntan si no les echa de menos.

Es decir, una situación doble vinculante es una situación donde hagas o que hagas, estás perdido.

_Si el niño es independiente mal. Si no lo es también.

_Si hablo de la agresividad latente, mal. Si no hablo, también.

_Si estoy con mi familia, lo paso mal. Si no, también.

_Si hablo de mis sentimientos, mal. Si no, también.

Atrapados en una comunicación paradójica:

El doble vínculo lo reconocerá muy bien quien lo haya vivido. Es uno de esos términos que deberían ser de conocimiento público. Acuñado por el antropólogo Gregory Bateson en la década de los 50, este concepto se estudió en relación con la esquizofrenia. Los estudios iniciales buscaban ver si este tipo de comunicación paradójica estaba relacionada con su desarrollo, además de la más que contrastada base biológica. Después, la terapia sistémica familiar lo ha estudiado y tratado como una disfunción de la comunicación con terribles consecuencias para quien la vive.

Quienes han crecido con este patrón comunicativo, si no son conscientes, son personas especialmente susceptibles para caer en este tipo de líos y quedar atrapados: en relaciones de pareja no satisfactorias, en trabajos donde no son respetados sus derechos, en relaciones familiares frustrantes, etc.

¿Estoy exagerando? ¿Tengo derecho a pedir x o y? ¿Está enfadado conmigo por algo? ¿Cómo salgo de esta?

Cuestionando tu realidad constantemente:

Quien se comunica de esta manera, dice una cosa y otra diferente a la vez. Quien escucha no sabe bien con qué quedarse. La persona doble vinculante quiere o siente algo que no se atreve a expresar. Siente algo que camufla en victimismo, en cordialidad, en una sonrisa forzada o en un consejo. La comunicación doble vinculante tiene el objetivo de ejercer control, puesto que quien se comunica así, deja atrapado al otro en una tela de araña de la que no sabe cómo salir.

Decimos que el doble vínculo es “enloquecedor” porque quien está atrapado en este tipo de comunicación frecuentemente acaba dudando de su capacidad para ver la REALIDAD:

_Pero… ¿me lo estoy inventando o esto pasa de verdad?

_ ¿Por qué me siento culpable con esta persona siempre, como si siempre hubiera hecho algo mal, aunque no me ha dicho nada concreto?

_ ¿Tengo derecho a sentirme tan enfadado, aunque no identifico nada concreto que me haya molestado?

_ ¿Por qué no sé cómo comportarme cuando estoy en este contexto? Normalmente me siento segura de mí mismo/a, pero aquí mido cada una de mis palabras y repaso mis actuaciones una y otra vez.

_ No entiendo bien lo que quiere decirme. ¿Quiere o no quiere? ¿Me está pidiendo ayuda o no? ¿Espera que vaya o no?

Algunos ejemplos de situaciones doble vinculantes:

  1. Alguien que te gusta te dice que tiene muchas ganas de verte y pasar tiempo contigo. Por el contrario, nunca tiene tiempo, te cancela en el último minuto y parece repetir siempre este patrón.
  2. En el trabajo recibes mensajes constantes sobre lo importante que es que seas proactivo. Sin embargo, lo que ocurre en realidad es que cuando alguien es proactivo es ignorado o peor, castigado.
  3. Alguien cercano te dice siempre que para lo que necesites cuentes con él/ella. Sin embargo, siempre que tiene la oportunidad de hacer algo por ti, que te haría verdadera ilusión: echarte una mano con la mudanza, con un problema laboral o con una cuestión logística, te dice que le encantaría, pero no puede. Cuando esto es un patrón repetido y constante, ¿deberías sentirte cuidado o descuidado por esa persona? Quizá sería más coherente decir “no quiero” o no decir nada. Esconderse en la incapacidad en vez de hacerse cargo de su enfado, rechazo o indiferencia deja al receptor frustrado y confuso.
  4. Cuando alguien te pide perdón con un tono o un lenguaje no verbal que denota que claramente no se arrepiente de lo que ha hecho.
  5. Alguien te trata como si estuviera enfadado: no te habla, no te mira, no te escucha, pero si le preguntas te dice que no le pasa nada (molesto/a).
  6. Un padre/madre que manda dobles mensajes sobre lo que siente hacia su hijo: «Te quiero, en tanto en cuanto eres una extensión de mí y yo me veo en ti. Te odio o me molestas en tanto en cuanto no lo eres.»
  7. Alguien (jefe, compañero de trabajo, familiar, amigo) te dice mucho que te valora y quiere lo mejor para ti. Sin embargo, cuando le expresas claramente lo que te gustaría o te haría sentir bien, lo ignora.  

Por supuesto, todos somos contradictorios de vez en cuando, el problema surge cuando este tipo de comunicación es constante.

La paradoja sin salida: consecuencias del doble vínculo

Quien haya vivido esta situación terminará por confirmar que no hay manera de acertar. Es una situación sin salida. Una tarea imposible.

  1. Si confrontas la contradicción que percibes la reacción puede que sea: Pero ¿cómo te puedes enfadar, no te digo que estoy deseando verte? ¿Cómo eres tan borde, exigente, controlador/a, impaciente, necesitado/a…? ¿Cómo me puedes decir esto? ¿Cómo pones en duda lo que te digo? ¿Cómo me puedes hacer esto a mí, que soy tu padre, madre, novio, novia, mejor amigo…?
  2. Si no confrontas la contradicción, por lo menos internamente y con claridad, puedes sentir un montón de emociones que, si no identificas y procesas, se amontonan en un saco enorme de enfado, culpa difusa (¿qué he hecho mal otra vez?), tensión no resuelta, tristeza o ansiedad. En el peor de los casos, la víctima de doble vínculo que ha quedado atrapada desde muy pequeña en este tipo de comunicación experimentará una dependencia patológica de la aprobación ajena y al no haber aprendido otra cosa, se comunicará así con el mundo perpetuando el círculo.

¿Qué hacer?

El doble vínculo genera en un primer momento confusión, ansiedad, culpa, agotamiento y desorientación. Hay muchos tipos de situaciones doble vinculantes y por tanto muchas cosas que poner en práctica.

  1. Identifica estas situaciones lo antes posible. Ponerle nombre a lo que está ocurriendo. Decirte a ti mismo: ¡Ah! Esta es otra situación donde hay un doble mensaje, por eso siento esta confusión, enfado, tristeza, etc.
  2. Recuerda que no es personal. Cuando una persona no se comunica de manera clara, normalmente es porque no sabe. Es probable que no sepa cómo expresar sus necesidades de manera clara. No es por ti ni hacia ti, aunque las consecuencias sean dolorosas y frustrantes.
  3. Renuncia a encontrar la solución perfecta. Puesto que hagas lo que hagas, tendrás que afrontar emociones difíciles, elige cuáles prefieres afrontar. Poner límites es difícil, las consecuencias de no ponerlos, también. Puesto que no hay solución perfecta, elige.  
  4. Contrasta con otras personas. Explícale cómo te sientes a otras personas en las que confíes y que te parezcan claras y sinceras. Puesto que estas situaciones son muy confusas, poner cuatro ojos mirando una misma situación te puede ayudar.
  5. Clarifica. Si crees que poner claridad puede ayudar, puedes intentar expresar tu incomodidad con la falta de claridad. Por ejemplo puedes decir: «La verdad es que estoy algo confusa:»
    • Me has dicho ya varias veces las ganas que tienes de verme y sin embargo cancelas cuando nos vamos a ver, nunca parece posible. No siento ni creo realmente que tengas muchas ganas de verme.
    • Pareces enfadado, pero me dices que estás tranquilo. Noto tu enfado en que: no me miras, no me hablas, no has respondido antes a mi pregunta y sin embargo me dices que no te pasa nada.
Compartir

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Otros post relacionados...

¿Quieres saber cómo la psicología puede ayudarte en tu día a día?

Apúntate para recibir información útil, invitaciones a talleres y cursos y más.