Autora: Elisa García Fogeda
¿Hay una única y perfecta forma de amar?
Ya desde pequeños nos enseñaron a jugar con una margarita en la que según quitas hojas vas diciendo en alto: “¿Me quiere?”, “No me quiere”. Si te quedabas en la hoja de “me quiere” podías ilusionarte con un futuro y una pareja estupenda. Si no era así, mejor sería ir buscando otro pretendiente. Y es que nos han dibujado el amor como esa cuestión azarosa que, de estar delante de la persona adecuada, sale adelante sin esfuerzo. Sin embargo, cuando se trata de la realidad, nos damos cuenta de que requiere trabajo y compromiso construir una relación de pareja sólida.
En la sociedad actual, hemos dado por válida la idea de que lo que tenemos que conseguir es una “persona adecuada” que haga que todo funcione. A la hora de elegir un novio o novia sacamos una lista de atributos que queremos que tengan, como si estuviésemos ante la compra de un objeto muy preciado.
Así, en unos primeros encuentros con la persona que nos gusta, nos podemos sorprender convirtiéndonos en mercaderes de valores: trabajo aquí, fui a esta universidad, tengo muchísimos amigos, he viajado a los lugares más exclusivos…
Si la relación avanza y no se genera una evolución hacia una mayor intimidad, es posible que una de las personas en la relación sienta un vacío. Conoce lo que su novio/a, marido o mujer “hace” pero quizá tenga la sensación de no estar descubriéndole a él o ella en su dimensión más profunda: quién es, qué teme, qué desea, qué le ilusiona… cuestiones mucho más allá de los cánones de éxito contemporáneos.
En esta misma línea, es posible que caigamos en la rueda de hacer lo posible por “merecer” el amor del otro. Así, en el día a día de la relación podemos sorprendernos a nosotros mismos deseando captar el amor y la atención del otro: haciendo esto, aquello y lo de más allá por él o ella. En un momento, puede sobrevenir una duda que genera un gran temor: Si dejo de… ¿Seré suficiente para él o ella?
Lo que define el porvenir de una relación no es sólo “a quién elegimos” o “qué me ofrece o qué ofrezco al otro” sino cómo cuidamos lo que se teje entre “tú y yo”. Hay un modo activo de amar y de preocuparnos por el crecimiento de la persona con la que estamos. No se trata sólo de la persona o lo que hace por mí, si no de desear crecer, comprometerte con quien esa persona es y elaborar un proyecto de futuro juntos. Ahí es cuando nace la posibilidad de dar y ofrecer lo mejor de nosotros mismos para contribuir al desarrollo de la persona que queremos.
Aunque no es sencillo, cuatro guías a tener presentes son:
- Cultivar la honestidad: Mostrándote como realmente eres, no sólo con la imagen que deseas enseñar. A cambio, permitir que el otro sea como es, ofreciendo una mirada cariñosa y respetuosa no sólo en sus virtudes sino también en sus defectos.
- Aceptar y manejar vuestros conflictos. Esperar y ofrecer escucha, espacio, la disposición a reconocer que, a veces, nos equivocamos, que los deseos y necesidades no siempre son los mismos.
- Ofrece y pide compromiso: Esperando que los sueños e ilusiones sean compartidos y buscando acompañaros en los retos del día a día (laborales, familiares…).
- Proteger la intimidad mutua: Esperando y ofreciendo intimidad dentro de la pareja, poniendo siempre en el centro tener tiempo para el otro.
Para terminar de pensar juntos sobre esta forma madura de amar al otro, os dejamos una cita de Erich Fromm, de su libro: “El Arte de Amar”.
“El amor es un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que dos seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismos. Sólo hay una prueba de la presencia de amor: la hondura de la relación y la vitalidad y la fuerza de cada una de las personas implicadas; es por tales frutos por los que se reconoce al amor”.
Un comentario
Muchas gracias, Elisa, por la clara, rigurosa y elegante manera de explicar y dar luz a una de las cuestiones más demandadas y planteadas en infinidad de foros, los ingredientes de un vínculo sano en pareja. ¡Enhorabuena por tu trabajo!