Psicología & Psicoterapia

Dos cosas pueden ser verdad a la vez: Vivir con ambivalencia

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Dos cosas pueden ser verdad a la vez

  • Puedes querer y no querer estar cerca de alguien.
  • Puedes avanzar en algunas partes del duelo y no en otras.
  • Puedes ser buena persona y:
    • Que te caiga mal alguien.
    • Enfadarte y mostrarlo.
    • No responsabilizarte de las decisiones que toman otros.
    • No sentirte culpable (ni responsable) cada vez que alguien te responsabiliza de sus problemas, inseguridades, malestares, etc.
  • Puedes ser buena persona y:
    • Tener una forma de relacionarte manipuladora y dañina y no ser consciente de ello.  
    • Tener una tendencia agresiva y explosiva que erosiona y daña tus relaciones personales.
    • Haber sido injusto.
    • Haber sido o estar siendo infiel.
    • Haber hecho daño a otros siendo o no consciente de que estaba ocurriendo.
  • Puedes perdonar y no querer continuar con una relación de amistad, de pareja, familiar o profesional.
  • Puedes estar comprometido y seguro con una decisión y sentir la pena y el duelo del camino que no tomaste.
  • Puedes aceptar lo fundamental de quien eres y aún así saber que tienes camino por recorrer.

Dos cosas pueden ser verdad a la vez

Cuando algo es complejo, tendemos a simplificarlo. Es un mecanismo cognitivo muy útil que busca que podamos tomar decisiones rápidas sin tener que invertir mucha energía en ello. Necesitamos una historia que contarnos y buscamos que sea sencilla.

En terapia (y por supuesto en la vida), uno de los grandes avances ocurre cuando podemos sostener dos ideas aparentemente contradictorias a la vez. Cuando puede haber dos sentimientos en principio incompatibles a la vez hacia la misma persona, hecho o parte de nosotros mismos.

Agradecimiento y enfado. Tristeza y alivio. Miedo y convicción. Arrepentimiento y amor hacia uno mismo.

La ambivalencia es parte de la vida y la capacidad de integrar diferentes aspectos de una misma situación, es signo de madurez y resiliencia.

Aceptar la ambivalencia permite mayor y mejor autoconocimiento y como resultado de ello, una mejor toma de decisiones. Esto es especialmente verdadero cuando se afrontan situaciones vitales complejas.

Si quieres leer historias sobre personas que han vivido esto en sus vidas, te recomiendo estas novelas sobre psicoterapia de Lori Gottlieb y Jeannette McCurdy.

Ambivalencia disfuncional: La rueda del hámster

Cuando sólo hay espacio para uno de los sentimientos, ideas o narrativas, las personas nos quedamos atrapados en una rueda de hámster interminable. No tomamos decisiones por miedo a equivocarnos, a ser malos, a sentirnos culpables, a no acertar. Llamamos a esto ambivalencia disfuncional o problemática:

  • Pero, entonces ¿es mi culpa o suya? Puede ser de ambos, y eso está bien.
  • ¿Tengo razón (en todo o en nada)?  Puede ser que en parte y eso está bien.  
  • ¿Cómo dejar esta relación si le quiero (aunque no queremos lo mismo, aunque me maltrata, aunque está casado/a)? Se pueden tener sentimientos de amor o atracción hacia alguien y decidir no continuar con una relación dañina.  
  • ¿Cómo voy a poner límites si lo hace con la mejor intención (aunque me duele, aunque me siento utilizado/a)? ¿si es bueno/a persona? No hace falta demonizar a alguien o asumir malas intenciones para poner límites a alguien que nos trata mal o es tóxico.  

¿Por qué es tan difícil aceptar la ambivalencia?

A veces sólo podemos aceptar una de las versiones porque hemos sido educados en una forma de ver el mundo muy rígida y binaria. Están los buenos y los malos. Lo que es pecado y lo que no. Lo que se debe hacer y lo que no. Lo que es apropiado, admirable, responsable, amoroso y lo que no lo es en absoluto. Cuando ser inteligente es saber exactamente cómo deben ser las cosas. Cuando hemos aprendido a moralizar las emociones por el hecho de existir.

El movimiento circular que implica este mecanismo obsesivo nos deja paralizados. No se puede cambiar nada. Nos quedamos paralizados preguntándonos una y otra vez, cuál es la realidad para poder tomar una decisión. Nos aterra equivocarnos y la pérdida que puede venir derivada de nuestra decisión: de una relación, de una seguridad, de la imagen que tenemos de nosotros mismos, etc.

Atreverse a decidir

La indecisión nos hace sentir mal, pero decidir a veces nos hace sentir terror. En la indecisión hay parálisis, pero no podemos tomar una decisión sin asumir la responsabilidad de esta.

Aceptar que dos cosas pueden ser verdad a la vez libera y nos prepara para el siguiente paso que implica, claro, la responsabilidad de la propia vida.

Si estás dando vueltas como un roedor en una rueda específica en tu vida, pregúntate: ¿pueden ser las dos versiones verdad a la vez? ¿Cambiaría eso algo? ¿Y si no estuviera en duda si es o eres buena persona?

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