Psicología & Psicoterapia

Pasa más tiempo a solas

Compartir

La importancia de practicar la soledad:

Hay mucho y muy bueno escrito sobre el silencio. Intuitivamente todos aceptamos la idea de que el silencio, parar y bajar revoluciones es algo que nos hace bien. Las clases de yoga, de mindfulness, las aplicaciones de meditación proliferan y nos ayudan.

Conforme pasa el tiempo, cada vez me parece más indiscutible el valor terapéutico del silencio y la importancia de practicar activamente la soledad. Más bien diría que es imprescindible ser capaz de estar solo.

La mejor definición de soledad que he encontrado es de Cal Newport, autor de “Minimalismo digital” y “Céntrate, (Deep work)”. Cal define la soledad como: «el estado en el que estás a solas con tus pensamientos, sin consumir aquello que ha producido el pensamiento de otros«.

Es decir, la capacidad de estar con uno mismo, sin hacer nada más. Sólo estar.  

Sin ver una serie.

Sin hablar por teléfono.

Sin leer un libro.

Sin escuchar música, un podcast, la radio, etc.

Sin escuchar una meditación guiada.

Estar solo buscando sólo estar.

Un cerebro cada vez más enfermo:

Pienso, a riesgo de sonar exagerada, que pocas cosas van a diferenciar más a las personas en el futuro cercano que aquellos que sean capaces de convivir consigo mismos sin distracciones y aquellos que siendo conocedores o no, no lo sean. La gran diferencia estará en quienes sean mínimamente dueños de su atención. Gregorio Luri sugiere que la capacidad de mantener la atención es el nuevo coeficiente intelectual.

La investigación en neurociencia y la observación de la psicología clínica ha comprobado que dosis regulares de soledad hacen que tu cerebro funcione mejor. Dosis regulares de tiempo a solas mejoran la capacidad para afrontar las dificultades de la vida (la resiliencia), está relacionado con el procesamiento de emociones complejas y difíciles y por supuesto con cualquier creación medianamente creativa. En otras palabras, las personas que no tienen momentos de soledad (definida como lo hemos hecho anteriormente), están labrando una salud mental mucho más frágil.

A su vez, esta fragilidad que se expresa en síntomas como ansiedad, labilidad emocional, baja tolerancia a la frustración, baja autoestima, dependencia emocional y a otras sustancias, se intenta aplacar con más distracción, más consumo y mayor huida.

Un círculo vicioso difícil de romper.  

Cada vez es más difícil estar solo:

Antes era más fácil frenar, callar. Hay un tipo de soledad a la que hace tiempo no nos quedaba otra opción más que enfrentarnos. Si, la televisión, el teléfono fijo, los periódicos, los libros, los walkmans…jugaban un papel y siempre han estado ahí. Pero creo que podemos estar de acuerdo en que su impacto en nuestra capacidad para estar con nosotros mismos era diferente. Las pilas se acababan, los programas de televisión tardaban una semana en volver y el teléfono era caro. El camino desde la boca de metro hasta el trabajo, la cola en el supermercado o el rato en la playa eran momentos donde sí o sí te encontrabas un poco a solas con tus pensamientos.

En el día a día había espacios de vacío. Yo soy de la generación que hacía viajes de 8 horas a Cádiz con Mocedades de fondo y después de hablar y/o pelearte con tus hermanos, la salida era hacia adentro. Era mirando por la ventana, fantaseando, pensando, soñando…

Cada mañana cojo el metro y cada mañana compruebo como prácticamente nunca hay nadie en el vagón que no esté mirando el móvil o lleve los auriculares puestos. Yo misma lo hago. El punto de este artículo no es demonizar el uso del móvil o aprovechar momentos muertos para sacar tareas pendientes adelante. Tampoco, por supuesto, hablo de la soledad no elegida. La que es fruto de la marginación, del olvido o de la injusticia social. El punto es que creo que necesitamos hacer una reflexión: ¿Estamos en un constante estado aturdimiento? ¿Somos capaces de estar solos?

El silencio en terapia

Durante una sesión de terapia, es fácil que aparezcan silencios. Algunas personas sufren mucho con los silencios en terapia y, de hecho, rellenan cada posible hueco con palabras, preguntas, coletillas…

Pero es que sin silencio y soledad, es imposible tener una mínima claridad de lo que uno siente, piensa y vive. Simplemente no es posible. Y como vemos, el silencio implica estar en silencio sin consumir algo, lo que sea, que nos evada. Si en cada espacio vacío aparece algo: una broma, una serie, una comprobación rápida del móvil y sus notificaciones, un podcast…estamos debilitando y limando día a día capacidades que necesitamos para vivir una buena vida.

Un experimento:

Para probar esto en ti, te propongo que establezcas como hábito de higiene mental, practicar la soledad. Elegirla. La mínima expresión de esta habilidad sería tener la capacidad de sentarte en una silla durante 10 minutos sin:

_Mirar el móvil

_Leer nada

_Escuchar nada

Sólo observar tus pensamientos. Sentir la incomodidad. Frenar el impulso de hacer algo útil, distraerte, hablar con alguien o solucionar ese recado que tienes pendiente. Huir de la tentación de pensar: al fin y al cabo, la vida es corta ¿no? ¿Para qué perder tiempo?

Para comprobar que puedes. Para investigar qué pasa. Para ganar autocontrol.

Y hacer esto cada día. 10 minutos. No hace falta que sea una práctica meditativa. Puede ser dar un paseo a solas (sin nadie y sin móvil). Cocinar sin música, sin la radio, sin el móvil al lado. Simplemente estar. Estar solo.

Al día siguiente igual. Y al siguiente. Y al siguiente.

Si hacer esto te resulta insoportable, a lo mejor necesitas solucionar eso, y no seguir distrayéndote. Creo que nos jugamos mucho.

Compartir

3 comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Otros post relacionados...

¿Quieres saber cómo la psicología puede ayudarte en tu día a día?

Apúntate para recibir información útil, invitaciones a talleres y cursos y más.